23 de abril Día Internacional del Libro. Salvador Robles Miras

23 de abril Día Internacional del Libro. Salvador Robles Miras

 

Salvador Robles Miras es uno de nuestros colaboradores habituales. Con motivo del Día Internacional del Libro presentamos 5 trabajos por los que ha obtenido otros tanto premios. Cuatro de ellos son microrrelatos y el otro es un pequeño relato (no superior a 35 líneas).

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La huida

(2º Premio Libro Radial y Televisivo de la Radio Televisión Pública Venezolana)

Abrió un libro para huir de sí mismo, y en la huida se encontró con otro. Y el otro era él.

 

Excepcional

4º Premio Libro Radial y TV

Era tan excepcional que cada día se esforzaba denodadamente en ser normal. Y lo conseguía.

 

Rebelde

2º Premio del Certamen de Microrrelatos de Sant Jordi Abastsocial

“Me niego a tener cuatro rectas”, dijo el triángulo. Ahí comenzó su leyenda geométrica.

 

Metáfora milagrosa

Primer Premio en el Certamen Internacional de Microrrelatos de Colmenar Viejo

El viejo escritor voló hasta el cielo, cogió unas estrellas, las esparció por el cuerpo de su mujer, y, en la entrepierna de la vejez, se erigió una sonrisa vertical.

 cajera

Veinte céntimos de más

Premio del VIII Certamen Internacional Valentín Palacio (Asturias)

La anciana, en cuanto echó un vistazo a la cuenta que le tendió la cajera del supermercado, reclamó los veinte céntimos de euro que le había cobrado de más.  

            -En la estantería donde están alineados los cartones de esta leche, hay un cartel en el que, bajo la palabra oferta, se indica, entre signos de exclamación, el precio de un euro. Usted, sin embargo, me ha cobrado un euro y veinte céntimos.

            Las cinco personas que aguardaban su turno detrás de la anciana empezaron a impacientarse.   

-Déjeme ver –dijo la cajera, de mediana edad, la más veterana de las dependientas del local, la primera, por tanto, que sería despedida en cuanto las ventas mostrasen síntomas de debilidad.

            -Es para hoy –vociferó un hombre que formaba parte de la cola, la cual acababa de incrementarse con otras dos personas.

            -¿Y está usted segura de que esta marca de leche se encuentra incluida en la oferta de un euro?

            -Yo, sí.  Asegúrese usted también.

            -Son nada más que veinte céntimos, señora –dijo una joven que se encontraba inmediatamente detrás de la anciana-. Nuestro tiempo vale muchísimo más. 

-Tal vez, no. ¿O acaso la justicia tiene precio? –replicó la mujer mientras la cajera se levantaba de su asiento.

            -Entonces, tenga, y quédese con las vueltas –el hombre vociferante le ofreció una moneda de cincuenta céntimos a la anciana.

            -Me ofende usted –dijo ésta.

            -¿La ofendo? Está reclamando veinte céntimos, yo le ofrezco cincuenta, y encima se ofende. Válgame el cielo.

            -Usted me ofrece una limosna, yo reclamo lo que es mío.          

La cajera volvió en ese momento.

            -Tiene usted razón, señora. La leche está a un euro. Tenga, sus veinte céntimos. Le pido disculpas.

            -Está usted disculpada. Muchísimas gracias. Buenos días a todos.

            Y la anciana se alejó arrastrando un viejo carrito de la compra. Caminaba despacio, muy despacio, con la  columna vertebral recta y la vista al frente.

            -La dignidad no tiene edad –reflexionó en voz alta alguien que formaba parte de la cola.

            -La justicia tampoco –agregó la cajera.

Salvador Robles Miras

Revista Atticus

 

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