Exposición en el Thyssen: Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh.

Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh.

«Con lluvia a con sol, siempre impresionismo»
Guillermo Solana

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Bajo el título Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh, Guillermo Solana (Director del Museo Thyssen-Bornemisza) y Juan Ángel López-Manzanares (Comisario de la Exposición) han presentado esta exposición en la sede madrileña del Museo Thyssen-Bornemisza.
Guillermo Solana destacó que esta exposición es «marca de la casa». El impresionismo no es un tema que se recurra a él en tiempos de crisis. Hace cuatro años se ideó esta muestra (bien es cierto que planificada bajo el patrocinio de Caja Madrid). Hubo que replantearse todo para centrarnos en las mejores obras ya que también íbamos a disponer de la mitad del espacio. Pero «con lluvia o con sol» el impresionismo siempre está presente en el Museo Thyssen, forma parte de nuestra médula. Esta justificación viene a cuento ante la coincidencia de otra exposición que tiene que ver con el impresionismo «en un local próximo a esta sala que es una sucursal del D’Orsay» y que nada tiene que ver con esta ya que aquella es una selección de grandes obras y esta tiene un argumento».
Dejo a un lado la posible polémica. No es mi tarea. En el mismo día he podido ver la tres exposiciones. Las tres son magníficas muestras de lo que se considera como el nacimiento del arte moderno. Dejaré aquí constancia de la muestra que nos ocupa ahora, pero también comentaré las dos de la Fundación Mapfre en los próximos días.
Siguiendo con el discurso del director del museo, la exposición Impresionismo y aire libre tiene como hilo argumental el cómo se llegó al impresionismo. Así podemos disfrutar de las obras de Turner y Corot como precursores del movimiento parisino y también de la escuela de Barbizon o del estudio de las nubes de Constable.

Solana dio paso al Comisario de la muestra, Juan Ángel López-Manzanares quien comenzó con una cita de Monet: «¿Mi taller? Pero si yo nunca he tenido taller y no comprendo que alguien se encierre para pintar». Esta fue la respuesta a una pregunta de un periodista que se había desplazado, en 1880, hasta Vetheuil para ver pintar al aire al artista impresionista.
López-Manzanares desmenuzó la exposición. El impresionismo se jacta de pintar al aire libre, pero ellos (los artistas que integraron el movimiento) no fueron los primeros. La primera exposición de este movimiento se celebró en 1874. Pero fue casi 100 años antes cuando un artista ya llevaba pintados más de un centenar de cuadros al aire libre. Se trata de Pierre-Henri Valenciennes (1750 – 1819) quien experimentó a pintar un mismo motivo en diferentes horas (Loggia en Roma: tejados al sol –y a la sombra). A diferencia de las obras de Monet, Valenciennes lo hizo para experimentar pero no para exponer como si fuera el producto final de una obra.
La muestra la componen un total de 113 obras con un alto porcentaje de ellas que se presentan por primera vez en España.
La disposición de las obras sigue un orden temático (con una ligera progresión temporal) casi basándose en el manual que sobre la pintura escribió Valenciennes y que resulta un diccionario de términos a los que se tenían que enfrentar los artistas.
Repartidas a lo largo de siete salas.
1.- Ruinas tejados y azoteas

WDSCF6361Las ruinas y los elementos arquitectónicos constituían, en el siglo XVIII, uno de los elementos integrantes de la pintura de paisaje. Los artistas se centraban no tanto en el detalle sino en la correcta plasmación del motivo en su conjunto, en sus formas y texturas, y en sus valores tonales. Destacan los dos cuadros de Pierre-Henri Valenciennes Loggia en Roma: tejados al sol y en penumbra, 1782-84.
2.- Rocas
Desde sus inicios está presente en la pintura de paisaje. Pero el protagonismo de las rocas llegó de la mano de la Escuela de Barbizon (a partir de 1830). Al final de esta sala nos encontramos con dos magníficos cuadros de Paul Cézanne (1839-1906), Peñascos en el bosque y Rocas y ramas en Bibémus.
3.- Las montañas
Las montañas no fueron objeto de los pintores hasta finales del siglo XVIII. Están presentes cuadros de Carlos de Haes, de Sorolla y de Holder entre otros relevantes pintores.
4.- Árboles y plantas
A finales del siglo XVIII una costumbre muy extendida, sobre todo en Italia fue la de ejecutar del natural estudios de los más bellos y pintorescos árboles y plantas. Pero será en Francia a principios del siglo XIX cuando alcanza su mayor desarrollo. A comienzos de la década de 1860 los pintores impresionistas pintaron los árboles en el bosque de Fontainebleau. López-Manzanares destacó que fue la primera reserva natural en el mundo, hasta la creación del Parque Nacional de Yellowstone en los Estados Unidos.
Es muy numeroso este apartado con excelentes obras de Corot, Rousseau, Van Gogh, Monet, Cézanne, etc.
5.- Cascadas, lagos, arroyos y ríos
Desde los orígenes del género del paisaje, el agua está muy presente en los cuadros, contribuyendo a imprimir gran variedad y frescura a los mismos. En este espacio podemos contemplar grandes y bellas obras de Hodler, Corot, Turner, Daubigny y Courbet (con su magnífico Château de Chillon).

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6.- Cielos y nubes
Siempre fue objeto de atención por parte de los pintores el tema de los cielos y sus nubes. Constable llevó a cabo un estudio sistemático de los cielos. Llegó a pintar más de cien estudios de nubes. Hay muy buenos ejemplos de Valenciennes, Boudin, y de los grandes Monet, Van Gogh y Sisley.

 

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7.- El mar
El mar (como también la montaña) fue contemplado con temor hasta el siglo XVIII. Posteriormente, al ir extendiéndose la moda de la estancia vacacional en la playa se popularizaron las escenas marinas. Entre los impresionistas son muy reconocidos los lienzos de los acantilados. La principal figura fue Monet. Podemos contemplar las obras de Monet y Boudin de Acantilados de Étretat y también alguna obra de Sorolla.
Juan Ángel López-Manzanares resumió que el arte de pintar al aire libre es un ejercicio privado como un experimento artístico y que la presente muestra es un conjunto de obras silenciosas, sin la presencia humana, ya que es el propio artista el que se convierte en el humano que está en el cuadro. No vemos al pintor, pero es como si estuviéramos mirando por encima de su hombro.

Un vídeo de apenas un minuto:

Luisjo Cuadrado
Revista Atticus

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