El artista y la modelo, la más lúcida y personal película de Fernando Trueba

El artista y la modelo

Ficha

Película: El artista y la modelo.

Dirección: Fernando Trueba.

País: España. Año: 2012.

Duración: 104 min. Género: Drama.

Interpretación: Jean Rochefort (Marc Cros), Aida Folch (Mercè), Claudia Cardinale (Léa), Chus Lampreave (María), Götz Otto (Werner), Christian Sinniger (Emile), Martin Gamet (Pierre), Mateo Deluz (Henri).

Guion: Fernando Trueba y Jean-Claude Carrière.

Producción: Fernando Trueba.

Fotografía en B/N: Daniel Vilar. Montaje: Marta Velasco.

Dirección artística: Pilar Revuelta. Vestuario: Lala Huete.

Distribuidora: Alta Classics. Estreno en España: 28 Septiembre 2012.

Calificación por edades: Apta para todos los públicos.

Sinopsis

Estamos en 1943, en un pequeño pueblecito del sur de Francia donde las tropas alemanas campan a sus anchas. Allí viven un viejo escultor Marc Cros (Jean Rochefort) y su esposa Léa (Claudia Cardinale). Marc se encuentra desilusionado de la vida y trata de recuperar la inspiración que hace tiempo parece haberle abandonado. Un buen día mientras Léa y su sirviente María (Chus Lampreave) hacen la compra en el mercado del pueblo observan a una joven campesina que duerme en la calle. Se trata de Mercè (Aida Folch) que huye del ejército franquista. Rápidamente el matrimonio Cros acoge a la muchacha en el taller del escultor con la condición de que trabaje como modelo para Marc. Poco a poco irá surgiendo una entrañable relación entre la joven modelo y el anciano artista.

Comentario

Cuando acometo este comentario tengo en la cabeza la idea de lo que quiero hacer. Una idea que como el propio Marc está bien definida pero que no sé si seré capaz de plasmar en el folio en blanco. Seguro que escribiré una línea y otra más, para una y otra vez deshacerla con el cursor. Eso es proceso creativo y de eso va El artista y la modelo. De eso y de muchas cosas más.

Un artista y su modelo es un tema muy recurrente tanto en el arte moderno como en el cine (La joven de la perla, de Peter Webber, 2003, es un bello ejemplo que me viene a la mente). Pero El artista y la modelo también habla de la vida y de la muerte; sobre la belleza en los tiempos de horror; sobre la conveniencia y el sentido del arte (de plena actualidad) y, por último, de la búsqueda de la belleza.

Marc Cros es un artista octogenario («es una buena persona, aunque sea artista» le comenta María a Mercé para ponerle en antecedentes). Está ya en el ocaso de su vida y se encuentra un tanto desilusionado tras haber vivido la Gran Guerra y hallarse inmerso en otra devastadora y cruel guerra. Francia vive bajo el régimen de Vichy y la Ocupación alemana. A su lado vive una jovial, inteligente y alegre Léa que aun mantiene su belleza. Una hermosura que la llevó a ser una modelo para muchos artistas y, en especial, para Marc. Léa es consciente de las horas baja en las que se encuentra su compañero y se le ocurre la idea de contratar a Mercè (tras pasar la entrevista) como modelo.

Niño que aprende a andar, Rembrandt, 1660, tinta

Mercè es una joven catalana que apenas ha cumplido los veinte años. Apenas sabe nada de la vida que no sea lo que ha experimentado en su huida de la Guerra Civil española. Su compromiso es fuerte y tenaz. Ha cruzado la frontera y ahora se encuentra en el sur de Francia después de haber escapado de su último campo de refugiados. Su eventual trabajo como modelo le va a proporcionar un refugio, comida y descanso antes de volver a desarrollar la actividad a la que le ha llevado su compromiso. Mercé tras su aspecto infantil, esconde una gran madurez e inteligencia. Sabe cuál es su trabajo y sabe cómo ganarse al viejo artista.

En ese boceto primigenio que tengo en la cabeza ahora les pondría que es una película magistral, enternecedora y casi imprescindible; posiblemente lo mejor de Fernando Trueba. Y remataría con aquello de vayan al cine. Esta película merece algo más. Advierto que tal vez pueda desvelar alguna cosa (spoilers) más de la cuenta, pero que creo que son necesarias y que forman parte del argumento de la propia cinta.

Rodada en blanco y negro, casi toda la película se desarrolla en un viejo y destartalado taller que se encuentra en las estribaciones de las montañas en las afueras del pueblo donde el artista reside. Es un espacio que invita a los aficionados a la fotografía a pasar y a dar vueltas con la cámara y disparar, una y otra vez, para captar la luz (un protagonista más) entre los bocetos, los modelos a escala, las obras inacabadas, vamos el paraíso del fotógrafo.

 

Desnudo al sol, Renoir, 1876

Uno de los momentos culminantes del film es cuando Marc ya tiene cierta confianza en su modelo, en Mercè, y le enseñe un pequeño tesoro. Se trata de un dibujo que el maestro guarda en su caja de utensilios. Es una especia de postal de un dibujo de Rembrandt (Niño que aprende a andar, 1660, tinta) que en apenas unos trazos, realizados en apenas unos minutos, muestra con gran maestría tanto el conocimiento del cuerpo humano como las reacciones que suscita un pequeñajo al realizar sus primeros pasos. No vemos sus caras pero sabemos de sus miedos, de sus alegrías, de la inseguridad del niño y de la seguridad que le proporcionan sus padres. Es una escena llena de ternura y llena de pasión por un oficio. Trata de educar la mirada de la modelo y, por otro lado, muestra la gran admiración de Marc hacia el Rembrandt. Lleva ese dibujo como un recordatorio de lo que él quiere llegar a realizar: captar en apenas unos trazos la esencia. Busca constantemente la inspiración y con la práctica llegar a esa casi perfección (no le interesa la perfección absoluta).

En El artista y la modelo encontramos más de una referencia a grandes artistas. La citada anteriormente a Rembrandt (que proviene según confesión del propio Trueba de una explicación que dio David Hockney –otro artista- sobre ese dibujo y de ahí su referencia en los títulos de crédito); a Pierre-Auguste Renoir y su cuadro Desnudo al sol (1876); y, sobre todo, a Aristide Maillol y su escultura La Mediterranèe (1905). Trueba ha confesado que su película está inspirada en este artista francés pero que no se trata de un biopic. Pero si que parece que ha tenido en cuenta tanto su estudio como sus trabajos. Me ha resultado una grata sorpresa saber que era este artista y que era esta escultura. En nuestro monográfico sobre el Museo de Orsay (página 139 seleccionamos la obra de este genio). Maillol se dedicó casi por completo al desnudo femenino representando a mujeres contundentes con un aspecto terrenal en tres versiones: de pie, sentadas y recostadas. Aristide Maillol ha pasado a la historia del arte como el padre de la escultura moderna; título que muchos disputan a favor de Auguste Rodin. El sincretismo de la naturaleza era decisivo para él. En su obra escultórica llegó a suprimir toda referencia a los aspectos narrativos para concentrarse en la figura humana. Sus figuras están dotadas de una gran belleza atemporal lo que las hace que sigan siendo actuales. Y como dice la propia Mercè («yo no me parezco a esa») no se parece a ella, pero en ella (la escultura) está su esencia.

En El artista y la modelo la guerra está en el fondo. Más como una amenaza de destrucción que como un peligro real. Los sinsabores de la Guerra Civil española están presentes en forma de maquis, de gente que pasa la frontera. La visita del oficial nazi al artista nos recuerda la ocupación de las tropas alemanas en Francia. El oficial es un amante del arte y un estudioso de la obra de Marc Cros. Se lamenta que tal vez no le vuelva a ver. Todo es frágil. Ambos pueden morir en breve por causas bien diferentes. Pero el arte está por encima de ellos. El arte está por encima de las guerras (por muy económicas que sean como la actual) ese parece ser el mensaje: el triunfo de la belleza por encima de lo humano.

Trueba ha conseguido un gran reparto. Jean Rochefort está magistral. Al principio su papel está a medio camino entre un hombre sereno, que transmite cierta paz y entre un hombre tosco, huraño y un tanto misántropo. Puede parecer un contrasentido pero no lo es. En los primeros momentos solo parece asistir a la escena, actúa de comparsa en la maquinaciones que urden su esposa y la sirviente. Poco a poco, a medida que recupera la ilusión y deja de mirar las piernas de las mujeres que pasan como única fuente de inspiración, entonces es cuando va a salir el artista, el maestro, el compañero y hasta el amante. Y vemos que es un hombre pausado, que se expresa con la mirada, clara, con diálogos cortos y gestos contenidos. Con su presencia llena la pantalla y ejerce una poderosa atracción. Lleva más de cien películas a sus espaldas y eso se tiene que notar. Aida Folch es la modelo. Sensual, inocentona y algo silvestre. Sin apenas modales y educación, pero que se desnuda con un gran desparpajo y se mueve por el estudio con una gran soltura. Claudia Cardinale tiene poca presencia pero todavía desprende mucho atractivo y cautiva al espectador. Ya no es un mito erótico y quizás eso le ha dificultado que los directores le pudieran dar otro papel que no conllevara esa carga. Mantiene toda esa sensualidad que le hicieron grande y su actuación resulta más que convincente. Y Chus Lampreave completa y complementa a estos tres actores. Sigue un poco la línea de Almodóvar (hasta casi la misma caracterización) y aporta un tono castizo en sus breves frases lapidarias.

La representación del proceso de creación de una obra artística, en este caso una escultura, y la búsqueda del ideal de belleza no podía tener mejor medio de expresión que la fotografía en blanco y negro. Pintores, escultores y fotógrafos viven pendientes de la luz. La puesta en escena en El artista y la modelo es magnífica. Ni tan siquiera el director ha tenido que recurrir a la música para reforzar esto (salvo el tema final). No le ha hecho falta.

Llega el momento de la conclusión. En mi proceso creativo imprimo y releo, corrijo y corrijo. El resultado me parece satisfactorio, pero a medias. Tal vez, a buen seguro, que mañana cuando me levante, o al acostarme en ese duermevela creativo en el que te asaltan las ideas antes de la llegada de Morfeo, me acuerde de algo que tenía que haber comentado. Pero ya será tarde. Tal vez la próxima vez. Tan solo soy un aprendiz de artesano que quiere hacer bien su trabajo.

El artista y al modelo es una gran obra, gran Jean Rochefort y grande Fernando Trueba que nos ofrece, tal vez, su obra artística más depurada, lúcida y personal (rinde un pequeño homenaje a dos seres queridos desaparecidos recientemente, su hermano Máximo, escultor, y un buen amigo y técnico de sonido). Vayan al cine.

Un tráiler (en versión original)

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

 

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