Ruth Orkin y Morris Engel en Valladolid
Valladolid, una vez más, está de enhorabuena. Por primera vez en Europa se celebra una exposición conjunta de los maestros de la fotografía Ruth Orkin y Morris Engel. Se celebra en la Sala de Exposiciones de San Benito y ha sido posible gracias a la colaboración con la Howard Greenberg Gallery de Nueva York, y Admira de Milán.
En esta primera retrospectiva se muestran más de medio centenar de fotografías de estos dos grandes maestros de la fotografía y cinematografía internacional: Ruth Orkin (1921, Boston, Massachusetts – 1985, Nueva York) y Morris Engel (1918 – 2005). Compañeros en la vida y durante 30 años compañeros de trabajo. A menudo realizaron proyecto artísticos individuales, pero siempre con una sensibilidad creativa común.
Ruth Orkin y Morris Engel documentaron la vida en la que los cambios en la Historia y en la sociedad se sucedían con un ritmo intenso. Ellos fueron parte integrante de esa época, ella moderna y determinada, él comprometido y audaz. Su novedosa investigación visual rompía los límites del lenguaje y de la emoción, tanto en fotografía como en cine.
Ruth Orkin era hija de una actriz de cine mudo. Residía en Hollywood y en sus estudios cinematográficos perseguía, desde muy pequeña, a las celebridades hasta conseguir un autógrafo. Entró a trabajar en esos mismos estudios como chica de los recados para acabar atrapada por la pasión de los retratos. Emigró a Nueva York donde existía el templo de la fotografía la Photo League y dónde conocería a Morris Engel.
Morris Engel se convirtió en su profesor y, posteriormente, en su marido.
Juntos jugaran un papel muy importante en el panorama artístico de la década de los años 50 en la sociedad americana. Realizan el “Pequeño fugitivo” (“Little fugitive”, un niño que huye de casa tras haber sido engañado por su hermano mayor y unos amigos, que le hacen creer que ha cometido un crimen y encuentra el paraíso en el parque Coney Island) la primera película que no fue grabada en los estudios de Hollywood, sino en la calle y con un presupuesto ridículo. Para ello echaron mano de una cámara de 35 mm. Con el uso de esta cámara consiguió unas tomas frescas y ágiles. Lograron una gran repercusión internacional optando al Óscar a la mejor historia. Nuevos directores se fijan en su trabajo como es el caso de Francois Truffaut que llegó a afirmar que sin esta película no Nouvelle Vague no hubiera existido.