También la lluvia. ¿Acaso no son hombres?

También la lluvia. ¿Acaso no son hombres?

La nueva película de Icíar Bollaín

                                               

Ficha Técnica

 

Título: También la lluvia
Título original: Even the Rain
País: España / México / Francia
Estreno en España: 05/01/2011
Productora: Morena Films
Director: Icíar Bollaín
Guión: Paul Laverty
Reparto:

Luis Tosar / Costa

Gael García Bernal / Sebastián

Juan Carlos Aduviri /Daniel – Hatuey

Karra Elejalde / Antón – Colón

Carlos Santos / Alberto – Fray Bartolomé de las Casas

Raúl Arévalo / Juan – Antonio Montesinos

Calificación: No recomendada para menores de 7 años

Sinopsis:

Sebastián es un joven director de cine que consigue que un productor, Costa, le financie una película sobre las vicisitudes que tuvo que pasar Colón con los indígenas en su descubrimiento del Nuevo Mundo. Costa en su afán de abaratar la producción no duda en situar los exteriores en Bolivia.

El director quiere poner el acento en la brutalidad de los españoles y el coraje de varios miembros de la Iglesia que quisieron denunciar lo que allí acontecía con el tratamiento a los indígenas.

Sebastián y Costa pronto se dan cuenta de que la planificación de un rodaje tranquilo en Bolivia se enrevesa desde el casting con los actores nativos. Los males se acentúan con el estallido del conflicto social en abril del 2000 en lo que se conoce como la Guerra del Agua (privatización del agua por una sociedad extranjera  que impedía hasta el aprovechamiento del agua de la lluvia por parte del pueblo).

El principal actor, líder indígena, se ha convertido en el líder boliviano al frente de las protestas contra la privatización del agua. Una vez que ha estallado el conflicto no hay vuelta atrás. Esta situación pone en peligro la finalización de la película. Sebastián y Costa se verán obligados a tomar distintos rumbos en su viaje emocional.

Comentario:

La quinta realización de Iciar Bollaín son casi tres películas en una. Por un lado tenemos las aventuras que un grupo humano (director, productor, el equipo técnico y los actores) tiene que ir sorteando para poder conseguir su objetivo: la realización de una película sobre el expolio y barbarie en la actuación de las tropas de Colón una vez que había conquistado América. Esa es la segunda película: las escenas que rueda ese equipo humano caracterizados como los actores que intervienen en la película sobre Colón. Y la tercera película sería la interrelación que tiene ese equipo humano (unas veces como personas despojados de sus atributos de actores y otras como actores) con los cochabambinos (habitantes de la población donde en abril de 2000 se inicio las revueltas de la Guerra del Agua) y la actitud que toman al posicionarse en el conflicto.

Esto que he intentado resumir de forma clara y muy sencilla no lo es en absoluto. Pero la directora en su película También la lluvia si que lo consigue. Consigue hacer creíble que estemos presentes en el rodaje de una película, que asistamos a la proyección de la misma en una sala donde visionan las tomas y que nos planteemos el tomar posición en el conflicto: si nos marchamos a las primeras de cambio o si, por el contrario, tomamos partido y hacemos todo lo posible por ayudar a los indígenas en una causa justa y que no es tan disparatada como lo pueda parecer en un primer momento: privatizar el uso y disfrute del agua (también la de la lluvia).

Veamos un poco más las diferentes tramas. Sebastián y Costa, director y productor, se muestran muy felices porque han conseguido los recursos suficientes para poder llevar a cabo su ansiado proyecto. No dudan en localizar los exteriores en Bolivia (alrededores de Cochabamba) y allí sitúan su Santo Domingo. Tampoco tienen escrúpulos en pagar cuatro bolivianos/dólares a la multitud de extras que necesitan. Y hasta cierto punto todo esto es lógico: hay que reinventarse de forma constante para sacar adelante los proyectos. Lo único malo es que a Costa le pillan alardeando de que los nativos (para él todos son iguales hasta que se topa con Daniel) son unos panolis y se están ahorrando un montón de pasta. Sebastián acepta casi todo. Está obsesionado con sacar su película adelante y estos detalles técnicos son pecata minuta. Pero vemos al auténtico director cuando tienen que plantearse el suprimir una escena. Vaya por delante que esta escena, la escena suprimida, es para mí la mejor de toda la película y eso que solo nos muestran su planteamiento. La citada escena se produce cuando los nativos se sublevan por la decisión arbitraria de tener que rellenar una especie de cascabel con oro al cabo de la jornada y entregarlo a las huestes de Colón. Huyen tanto hombres como mujeres con sus pequeños vástagos en su regazo. Las distancias se van acortando y los soldados se les están echando encima. Para huir más deprisa los indígenas se plantean el ahogar a los niños. No sabemos si esto fue así, pero si que lo plantea su director. Y el solo planteamiento de la escena pone los pelos de punta. Las indígenas/bolivianas se estremecen y se niegan a seguir sus órdenes a pesar de que en el momento de la inmersión se utilizarían muñecos. Inquietante. El planteamiento de esa escena y su defensa nos da la verdadera dimensión de este personaje tolerante, apasionado, humano, pero algo cínico y que se define con una frase: “Este conflicto pasará y se olvidará… nuestra película no”.

La película que Sebastián quiere realizar parte del sermón que fray Antonio Montesinos exhortó en 1511 en Santo Domingo, entonces llamada La Española y que obedecía a una pregunta que estaba en su mente ¿Acaso no son hombres? En ese discurso pronuncia: “Yo soy la voz de Cristo que clama en el desierto. Dice esa voz que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con esta gentes”. Para ello reconstruye la hipotética iglesia donde difundió el mensaje y documenta las barbaridades que las huestes de Colón infligieron a los nativos

 

La tercera trama es la que se desarrolla en la propia ciudad de Cochabamba, ciudad boliviana a donde se ha desplazado el equipo cinematográfico para rodar los exteriores de la película sobre Colón. 500 años después asistimos a otra revuelta social. Los puños, palos y piedras de los indígenas se sustituyen por otras piedras y por una férrea voluntad para luchas contra las fuerzas armadas. Unas fuerzas que no dudan en matar por hacer cumplir una injusta ley que lo único que busca es legalizar el empobrecimiento de una población indígena frente al atesoramiento de una multinacional. En esta ocasión no es por el codiciado oro sino por la necesaria y básica agua, el más simple de los elementos vitales, pero el más necesario. Pasado y presente se mezclan en la pantalla. Afecta a los integrantes del equipo y afecta a la propia película, pues su principal actor, el indígena Hatuey (a la sazón Daniel) se involucra en los disturbios de la Guerra del Agua y es detenido poniendo en peligro la finalización del film.

¿Qué siente la persona al interpretar el personaje? ¿Qué siente el personaje al revivir la situación 500 años después? ¿Qué curioso resulta ver en la pantalla a un convincente Fray Antonio Montesinos invocar el alma que también tienen los indígenas (“¿acaso no son hombres?”) pero como Juan quiere huir del país ante el cariz que está tomando la revuelta popular?

La Guerra del Agua marca estas relaciones entre personas/personajes y los nativos de Cochabamba. También la lluvia recoge con bastante fidelidad lo que aconteció entre 1999 y 2000. El gobierno boliviano en esos años privatizó las industrias más significativas como son las minas. El Banco Mundial, las transnacionales y las mafias del gobierno intentaron quitar el agua al pueblo. Cuando se aprobó la ley que regulaba esta situación solo tenían acceso al sistema central del agua la mitad de la población. La otra mitad se abastecía mediante unos pozos cooperativos que ellos mismos habían construido para cubrir sus necesidades básicas. Esa Ley obligaba a entregar esos pozos a la entidad explotadora. Sin compensación alguna por el tiempo y el dinero invertidos. Para muchos habitantes esto provocó una subida en el recibo del agua de hasta el 300% en algunos casos. Un trabajador que ganaba $80 al mes, podía encontrarse de pronto con que su recibo subía de $5 a $25 por mes.

Óscar Olivera, uno de los líderes (a semejanza de Daniel) de la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida manifestó: “En Bolivia, al igual que el resto de los países del continente, a partir de la década de los ochenta, se implementa el modelo económico neoliberal como una forma de reacomodo de las fuerzas reaccionarias en el ámbito mundial, que agrupadas en los países más poderosos del mundo, los organismos financieros internacionales y las más grandes trasnacionales, que solo buscan dominar al mundo, explotar nuestros recursos naturales y aumentar sus ganancias”.

(si quieres leer más http://www.noticias.nl/global_esp_artikel.php?id=301)

En el apartado interpretativo cabe destacar el gran trabajo que realiza Juan Carlos Aduviri. Como Hatuey es el jefe de la revuelta de los indígenas americanos. Se subleva ante las tropelías de los soldados de Colón y por mor de las circunstancias también se convierte en líder de los bolivianos, como Daniel,  en su defensa al acceso al agua, como padre y esposo que reside en Cochabamba. Doble papel para quien no es un actor profesional (al igual que el resto de actores bolivianos). Me gusta pensar que la escena con la que arranca la película en donde Daniel se subleva en la fila de gente que espera para el casting haya sucedido así de verdad. Un hombre que se muestra integro en la defensa de unos valores. Gael García y Luis Tosar están soberbios y creíbles. Sufren con sus contradicciones e incongruencias, pero sobre todo el viaje que inició Tosar al ir a Bolivia le transformará su vida.

 

Bollaín asume un gran reto: una superproducción con cuatro mil extras. Deja atrás sus películas de corte intimista. Maneja las historias con un vigor entusiasta donde la sucesión de los planos se suceden con fluidez y soltura y con gran sentido del ritmo narrativo. Pero también se muestra una mujer comprometida y realiza una película de crítica social donde se denuncia la privatización del agua. También no duda en meterse con el colonialismo. Hoy en día la historia se repite. Hoy día tenemos que seguir hablando de colonizadores y colonizados. Basta con levantar un poco la vista y verlo a diario en nuestras teles o en la prensa. Habrán cambiado las formas (ya no hay hogueras) habrán cambiado los objetos del deseo (el oro da paso al agua) pero no ha cambiado el fondo: el rico machaca al pobre, el pudiente humilla al indigente, el opresor oprime al pueblo, con el lucro como telón de fondo.

Arriesgada apuesta de Icíar Bollaín con un cine social, de denuncia política, pero que tiene como resultado una película entretenida, comprometida y de buen ver, con buenos matices y cierta verosimilitud.

En la web oficial de la película hay un pequeño dossier divulgativo para educadores que ilustra el tema central de la película.

http://www.tambienlalluvia.com/

EntrePueblos ha organizado una actividad paralela a la proyección de cine. Hasta mediados del mes de enero, tendremos en los cines Manhattan de Valladolid una exposición sobre algunos temas que aparecen en la última película de Icíar Bollaín, Tambien la lluvia, sobre la lucha contra la privatización del agua en Cochabamba, Bolivia, y la nueva colonización… Además de recomendaros la película, podéis ver la exposición en la web de la OT de Valladolid:

http://entrepueblosvalladolid.wordpress.com/tambien-la-lluvia/

Luisjo

1 Comment
  1. «Tambien la lluvia» es una película muy emocionante que en un nivel básico se trata de dos hombres, Costa y Sebastián, que están tratando de hacer una película sobre la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo; sin embargo, en un nivel más profundo, la película estudia la relación entre las diferentes clases de los hispanos. Aunque Costa, Sebastián y Daniel son iguales porque todos hablan español, física y socialmente, están en las clases separadas. Costa y Sebastián son hombres ricos, blancos de México, mientras Daniel es un mestizo pobre de Bolivia. Mientras que el color de la piel no debe dictar el estilo de vida o jerarquía social, en efecto, lo hace. Por ejemplo, mientras hablaba con un amigo en California, Costa, el productor de la película, dice que él sólo tiene que pagar los extras cuatro dólares cada día, que es muy barato, porque son pobres y la mayoría de ellos son analfabetos. Al decir esto, Costa sugiere que exista una jerarquía social entre los hispanos. Las personas con piel clara y de ascendencia europea son superiores a los de piel más oscura y la sangre indígena.

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