El pasado 18 de marzo Manolo Madrid ofreció un recital en la Casa de Zorrilla de Valladolid.
Para aquellos que no pudieron asistir he aquí un par de ejemplos de su poesía. En próximos números y post contaremos con la colaboración de este gran artista, lo cual es una suerte y engrandece con su colaboración Revista Atticus.
También dar las gracias a José Carlos Nistal por su aportación y esperamos contar co él.
Manolo Madrid
¡A dos euros!
¡A dos euros los abanicos!
Y seis euros los pantalones,
se vende ropa, se cambian libros,
puestos henchidos de viejas cosas,
ajados perfumes sin escrúpulos nacidos
entre gritos que anuncian sombreros
sombreretes, banderines, corbatas decaídas
y paraguas viejos donde se enredan
tan temprano, en pasajes y paseos,
fragancias de bares y bocadillos,
los cestos de fruta asomando,
divertidos, roja pulpa de sandía,
melón de Villaconejos, rubios melocotones,
pinchos de berenjenas: de Almagro sus apellidos.
¡A dos euros los abanicos!
¡Tengo alpiste para canarios!
Cárceles de alambre para jilgueros
y trampas para pardales,
también grabados de girasoles
de algún pintor bien querido,
para que se rellenen cuadros
y busquen sombra entre toldillas
los guiris y los gitanos, marea de gente
tan variopinta, calle arriba, calle abajo,
los ojos presos entre abalorios
mostrando su desparpajo,
colores que huelen domingos
entre los puestos del rastro.
¡A dos euros los abanicos!
Tres pares de calcetines subastados entre gritos,
¡un euro por un vestido!,
y escuchen rondar al fondo,
entre insolaciones de agosto,
triangulada plaza, la de Cascorro,
chispeantes notas de verbena,
castizos chotis, ¡una zarzuela!,
chulapas de volantes, pañoleta de cabeza,
viseras de chulapillos de abotonado chaleco
agitándose alegres encima del empedrado,
desde la anciana mano recién nacidos,
tras haberlos batido en vueltas y giros:
caprichoso mueble: acicalado organillo.
¡A dos euros los abanicos!
Empujones y corrillos para mirar zapatos,
¿qué número es el que calza?,
te preguntan para animarte
mientras alguno señala, entre guiños
y sonrisas, la mano que se disfraza
para entrar en tu bolsillo;
después, carreras y chiflos
que animan más la mañana,
cada minuto de sol pasando más apretado
cargando de bolsas al pueblo
que camina con desgana,
la boca llena de sed
para comer pronto en casa.
Dos geranios
Y dos geranios que habían
enraizado en mi ventana,
desde un colchón olvidado
escondido tras las cortinas,
deslizaron de la penumbra
aquella memoria dormida,
hasta brillantes hojas verdes
y preciosas flores fucsias,
para alegrar las arrugas
que retorcieron el alma
con rancias historias vencidas;
historias que aún perduran,
añejas cosas, viejos años,
otra vida que plantó huella
en las ramas de algún pasado,
brozas inertes que el viento
aún no se hubo llevado
y flores que no se abrieron
para extender la simiente
que así nunca germinaría
durante alargadas noches
eternos minutos pegados;
y en candelabros disipados
que atan nostalgias al tejado,
se mueven las sombras burdas
surgiendo agrias de lo llegado,
marionetas tan deslucidas
de hilos toscos enredados
en polvorientas bambalinas
de aquel fingido teatro,
máscaras cubiertas de polvo
entre barnizadas mentiras
que para siempre me ataron.
Otros versos sobrevolaron por la sala para ir a parar a esta ventana. Son de José Carlos Nistal.
Besar
Besar es amar tu voz,
susurrar versos a tu alma,
coser suspiros y alas de mariposa
a la luz de tu mirada,
es llenar el mundo de colores,
completar tu paleta de pintor
con los reflejos del alba,
es esparcir por tu huerto
los aromas, las palabras
que brotan del corazón
y no hay quien pueda pararlas.
Pasa en el Líbano
Como briznas de hierba
agitadas por el viento,
como gritos en el parque
de los niños en sus juegos,
como trinos de las aves
entre las ramas de un cedro…
así en el Líbano se va la vida
y al doblar cada esquina
aparece un muerto.
1 de abril de 2008